Cuando se habla del mundo árabe, su cultura, su
historia y sus tradiciones, siempre hay un tema que levanta la polvareda más
grande que uno se pueden imaginar: Es el tema de la mujer.
En los medios occidentales se suele afirmar que los
hombres árabes o musulmanes desprecian e irrespetan a las mujeres. Ese es el
estereotipo común. Justamente, ahí está la discusión que ha llenado
kilométricas páginas de periódicos, libros, revistas, documentales, películas e
informes de ONGs internacionales.
¿Es verdad eso que dicen de las mujeres o es un invento
de quienes no entienden su cultura y su religión? Los argumentos de lado y lado
son gigantescos y están repletos de muchas tonalidades de grises.
De acuerdo a un estudio realizado por la Fundación Thomson Reuters en el 2013, se estima que las mujeres representan más del 49,7 % de la población en los países de Medio Oriente y África del Norte.
El mismo reporte refiere que se mantienen muchas barreras, pese a los avances logrados en términos de brecha de género en salud, representación política y participación en la fuerza laboral.
Egipto, Afganistán, Sudán y Arabia Saudita
lideran las cifras en temas de acoso sexual, mutilación genital femenina,
violencia islámica, restricciones sociales y políticas, según el documento
divulgado por el grupo comunicación Thomson Reuters, al calor de las revueltas
sociales desatadas en la región árabe, conocida como la ‘primavera árabe’. Creo
que pocos pondrían en duda esos resultados.
Sin embargo, en países como Emiratos
Árabes Unidos, con una rica tradición beduina, se mencionan esfuerzos
consistentes por mejorar la situación de la mujer, con pasos que, aunque los
críticos los consideran insuficientes, representan avances importantes. Este
país de 8 millones de habitantes, de los cuales menos de un millón son nativos,
ha empoderado a las mujeres de modo importante, al punto de representar el 66
por ciento de la fuerza laboral de este país árabe (el promedio mundial es de
48 por ciento).
Cuatro mujeres forman parte del Gabinete
de Ministros, incluyendo la Secretaria General del organismo. El 17,5 por
ciento de los representantes electos al Consejo Nacional Federal, como se
denomina su cuerpo legislativo emiratí.
El país cuenta con cuatro embajadoras en el exterior, incluyendo a la
representante permanente de los Emiratos ante las Naciones Unidas, la
embajadora Lana Zaki Nusseibeh. Cuatro mujeres han sido designadas jueces, hay
dos fiscales y 17 asistentes de fiscal femeninas para asuntos familiares. Hay
mujeres en las Fuerzas Armadas emiratíes, incluyendo la primera mujer piloto de
avión de guerra. Todo esto forma parte de una política de estado, impulsada por
la jequesa Fatima bint Mubarak Al Ketb, la tercera esposa del fundador de los
Emiratos Árabes Unidos, el fallecido jeque Zayed bin Sultan Al Nahyan.
La labor de la jequesa Fatima, casi desde
la fundación de este pequeño país en 1971, influir en el diseño de políticas
educativas, sociales y públicas para que se empodere a la mujer, en igualdad de
condiciones que al hombre.
Pero como dicen algunos, las políticas de
estado van por un lado y la vida real por el otro. Aún hay problemas de
restricciones a la mujer.
“Tenemos el mandato de respetar a nuestras madres más que nadie. Es cómo hemos sido educados. Esto va también para nuestras hermanas, nuestras hijas, nuestras esposas”, asegura
Alí Al Saloom, un emiratí que trabaja desde hace diez
años como asesor cultural de su país, al referir que en su país hay un dicho
que dice: el camino al Paraíso se encuentra a los pies de nuestras madres”.
Al Saloom recuerda que los principios de la cultura
árabe y de la religión del Islam se basan en la protección de la mujer, ante
cualquier posibilidad de acoso, peligro o maltrato. “No es solo un derecho de
familia; cada uno en nuestro país es responsable de la seguridad de las
mujeres, cualquier relación que comparten. Podrían ser cualquier persona,
familiares o desconocidos, no importa”.
“Siempre tratamos de eliminar cualquier carga de
dificultad de los hombros de las mujeres. Prestamos atención a su comodidad.
Esto significa que siempre tendrá algunos privilegios: cuando ella conduce su
vehículo, en el trabajo, cuando va de compras o camina en la calle, los hombres
le deberán dar paso a la mujer y tratar de ayudarla. Esa es una prioridad. Al
visitar la mayoría de las organizaciones, ella a menudo no necesita esperar en
una cola con los hombres, porque habrá un área dedicado separada para las
mujeres. Si no existe un área especial, entonces a las mujeres probablemente se
les permitirá pasar adelante, sin necesidad de esperar. De lo que se trata es
de ofrecerle comodidad a ella en todos los campos”, insiste el experto cultural
emiratí.
Justamente bajo la máscara de esa protección es donde todavía se esconden muchas restricciones, que dan pie a organismos de derechos humanos de todo el mundo, que manejan largos historiales violaciones a los derechos femeninos, que pudieran contradecir al experto cultural.
Justamente bajo la máscara de esa protección es donde todavía se esconden muchas restricciones, que dan pie a organismos de derechos humanos de todo el mundo, que manejan largos historiales violaciones a los derechos femeninos, que pudieran contradecir al experto cultural.
Todavía hay mucho que mejorar en tema de defensa de los
derechos de las mujeres, y no solo de las árabes.
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